26 septiembre 2008

Lo racional y lo razonable en Luis Villoro




La caracterización que hace Luis Villoro entre lo “racional” y lo “razonable” es una crítica dirigida al pragmatismo y al universalismo formalista al dar cuenta de la acción a realizar cuando se busca llegar a un acuerdo o fin requerido. En este sentido, abogar por fundamentos que sean razonables dependiendo de la acción en la que se sitúa el fin a perseguir, es esencial para ponerle un freno al pragmatismo cínico que sólo mira a los medios, sin importar si son éticos o no, con la sola intención de poder concretar un fin. También contra la razón arrogante que en su estrecho formalismo deja de lado el momento situacional de la acción, que trata de imponer una sola verdad o directriz subsumiendo los diversos puntos de vista o alternativas que figuran en toda argumentación, en toda acción humana que tiende a un fin universal.


Es evidente que esta distinción se encamina sobre todo a los planteamientos éticos y políticos que en la actualidad acucian al mundo globalizado. Por un lado tenemos el sentido universalista de la “globalidad” que impone una visión y forma de relación social y económica única, con pretensiones de universalidad pero que de facto es una simple imposición de intereses multinacionales. De otro lado, el llamado posmodernismo, que al tirar al saco rato los valores universales y abogar por el relativismo a ultranza cae en un pragmatismo cínico, que como bien señala Villoro, nos conduce al conformismo y la apatía generalizada.


Hace falta diseñar una nueva concepción de discurso racional, precisamente como un discurrir entre diversas razones que se vuelven racionales en tanto aspiran a realizar valores universales, y para escapar del lastre del formalismo, que mire y atienda a la situación concreta en que se expresan dichas razones. Esta reflexión de Luis Villoro es muy iluminadora en cuanto nos da los lineamientos para poder conformar esta racionalidad discursiva. En un momento histórico en el que los extremismos son fuertes enemigos a vencer, es más honesto apostar por un discurso dialógico, incluyente, plural y falseable que nos permita comprender al otro desde su propia posición.


Epistemológicamente es también fundamental entender que la realidad se nos presenta siempre fragmentada, nunca es absoluta la manera en que la conciencia aborda al mundo, y su comprensión resulta desde el lugar en que se sitúa el sujeto cognoscente. El objeto, sin caer en el perspectivismo, es siempre un objeto dado desde una referencia vivencial, no es simple perspectiva, es una determinada situación existencial mediante la cual tenemos acceso al ser de las cosas. Esta situación bien puede interpretarse como las “razones” a las que alude Villoro. Por eso el mundo, la realidad, el objeto, las cosas no son simples perspectivas, porque no son puros fenómenos de contemplación, sino que son resultado de cierta praxis, de cierto modo de vivirlas y encararlas en el actuar.


Quien sólo afirma absolutos se sitúa fuera del mundo e impone una medida al mismo desde la luz de su idealidad abstracta. Quien sólo se ciñe al dato empírico absolutiza el hecho, eterniza el instante y vuelve universal lo que es únicamente un momento del proceso del ser o del actuar.


Es importante ampliar los puntos que nos ha dado Villoro en esta sucinta exposición de una racionalidad polifónica. Personalmente me ha dejado muchas ideas que reflexionar y me permite comprender más el especial momento histórico en el que nos encontramos. Aunque breve, hay mucho que cosechar y germinar en el discurso pluralista del doctor Villoro.

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